Luis Muñoz – Porras Olaya es una de las últimas incorporaciones a Grupo TAT, un grupo empresarial con más de 35 años de trayectoria que cuenta con un equipo de 50 profesionales con dilatada experiencia en el sector asegurador y en el asesoramiento jurídico a empresas.
Luis decidió seguir los pasos de su familia a nivel empresarial hace poco más de un año. Tras su formación en ICADE y su paso por diferentes bufetes de abogados de reconocido prestigio, pensó que su sitio estaba en Grupo TAT, un lugar donde seguir formándose y aportar todo lo aprendido hasta el momento.
¿Qué supuso para ti dar el paso a la correduría familiar?, ¿fue algo muy meditado o lo tuviste claro desde un principio?
No deja de ser uno de los negocios de mi familia con un equipo, como dices, que aúna alrededor de 50 personas. La mentalidad siempre ha sido la de intentar a toda costa llevar a la empresa al siguiente nivel contando, en todo momento, con el apoyo de mi familia y el respeto y agradecimiento a cada una de las personas del equipo que han luchado a nuestro lado y que nos han ayudado a seguir en pie y crecer de forma tan sobresaliente desde que mi padre fundó la empresa en una mesa camilla hace 37 años. En mi casa siempre lo hemos tenido muy claro: el mayor activo de Grupo TAT es, sin lugar a duda, todas aquellas personas de nuestro equipo que reman con nosotros y que no piensan en otra cosa que en cumplir el objetivo de hacer crecer la empresa en números y emociones y convertirnos en un player más competitivo en cada sector.
En cuanto a mi llegada, siempre he tenido claro que, tarde o temprano, formaría parte del negocio familiar. Sinceramente, es un privilegio. Sin embargo, te confieso que no tenía claro cómo iba a entrar; y no me refiero, ni mucho menos, a la posición jerárquica en la empresa. Siempre he tenido interiorizada de forma cristalina la idea de entrar en los negocios con absolutamente todo. Y sí son familiares, más todavía. Con toda la responsabilidad que mi familia asume no creo que sea acertada la mentalidad de levantarse todos los días aspirando a entrar a trabajar a las 9:00 y salir a las 17:00. Y, sobre todo, por respeto a mi familia, me exijo cada día un esfuerzo mayor con un enfoque muy claro. No quiero perder de vista el objetivo.
¿Qué ha aportado tu formación y tu experiencia profesional previa a esta nueva etapa?
Yo te diría 3. En primer lugar, haber estudiado Derecho y Business en ICADE (no habiendo sido el mejor estudiante) me ha ayudado a ordenar y estructurar la cabeza. Sin embargo, considero que estudiar en una gran universidad no es el requisito indispensable para alcanzar el éxito profesional que, en contraposición, sí lo representa el esfuerzo, las ganas de comerse el mundo y el pensamiento analítico en la toma de decisiones.
En segundo lugar, desde mi punto de vista, haber tenido experiencia profesional fuera de la empresa de mi familia figura simultáneamente como ventaja e inconveniente. Inconveniente porque no dejo de ser muy joven al que le queda mucho por aprender. Sin embargo, desde mi punto de vista, considero que el punto a mi favor es ser un outsider de la industria. Desempeñar un pensamiento “Think outside the box” para preguntarte, constantemente, por qué se hacen las cosas de esta manera y no de otra es una faceta de la mentalidad acertada con la que hay que aterrizar no solo a un sector sino también a la propia empresa familiar.
El sector asegurador, en particular, a pesar de representar entre el 5% – 6% del Producto Interior Bruto de España no es un sector llamativo para el público. Resulta curioso que, a pesar de su carente atractivo, sea inevitable que todas las personas y empresas, mínimamente precavidas (responsables, en definitiva) no puedan vivir sin el seguro que les cubra sus principales riesgos.
Desde mi punto de vista, uno de los retos que deberíamos alcanzar a medio plazo debería ser el siguiente: conseguir que confluyan simultáneamente (i) la importancia del sector asegurador en la economía española, (ii) la necesidad del seguro en la vida de las personas y las empresas y (iii) atraer no sólo al público general sino también al talento que tanto beneficiaría a nuestro sector asegurador.
Y, en tercer lugar, una cuestión que no me lo ha dado ni la formación ni la experiencia es mi deseo y obsesión por ayudar a mi empresa familiar a mutar al siguiente nivel. Y, para conseguirlo, venir de fuera y no estar viciado contribuye enormemente a la visión que puedo traer con el objetivo de romper las estructuras convencionales de pensamiento ya implantadas. Considero que ese el mayor regalo que puedo dar a mis padres en forma de agradecimiento por todo lo que han hecho por mis hermanas y por mí.
¿Qué te han transmitido tus padres como clave para afrontar con éxito el día a día en la correduría?
Admiro mucho a mis padres y siempre nos han transmitido a mis hermanas pequeñas y a mí una filosofía que es oro puro, y que se puede aplicar en todos los aspectos de la vida. La primera es la cultura del esfuerzo y, por consiguiente, la satisfacción de haber sudado cada gota ante un reto; y, si no lo consigues, estar satisfecho por haberlo dado todo. Te confieso que admitir una derrota es la parte que, con diferencia, más necesito trabajar.
La segunda es el conocimiento como legado. Las posibilidades que nos han ofrecido y nos siguen ofreciendo para formarnos (desde un libro hasta un máster) tienen más valor que cualquier cosa material: el rendimiento del conocimiento en sí es ilimitado.
La tercera no me la han inculcado de forma activa sino, más bien, pasiva. Y ha sido observándoles cómo me han transmitido la importancia de potenciar las skills de uno mismo y no volverte loco por si algo no se te da bien: potencia lo que se te da bien, céntrate en eso.
Entiendo que tú habrás vivido el sector asegurador desde que tienes uso de razón, pero, a nivel profesional ¿es realmente como pensabas?
La verdad es que no. A pesar de ser una de las industrias más solventes económicamente y en una en la que más dinero se mueve, no deja de sorprenderme lo desconocido que resulta para el público general y lo arcaico que resulta en muchos aspectos. Y mientras esto último es desfavorable, a la vez es positivo por el potencial tan grande que este sector tiene.
¿Qué es lo que más valoras de tu trabajo y de tu responsabilidad en la empresa?
Lo que más valoro de mi día a día es la oportunidad que tengo de seguir formándome como empresario. Veo a mis padres y sólo puedo dar gracias y valorar lo que han creado. No ha debido ser nada fácil haber llegado hasta aquí, contar con más de 35 años de historia, pero, a pesar de ello, hoy en día, Grupo TAT, está volviendo a nacer. Vivimos y disfrutamos un momento ilusionante, en el que se están abordando diferentes proyectos, tanto en correduría de seguros como en asesoría de empresas, que generan ilusión tanto en el equipo como en nuestros partners. Tener la oportunidad de apoyar a mi familia y al resto del equipo creando una cultura empresarial que nos haga sentirnos especiales es uno de los elementos esenciales que contribuyen a nuestro crecimiento exponencial y, en definitiva, a nuestro éxito. Queda muchísimo por hacer y una larga distancia que recorrer, pero estoy convencido de que, con esfuerzo y confianza en nosotros mismos, vamos a conseguir llegar a donde aspiramos.
Trabajar mano a mano con un equipo altamente cualificado de muchas personas y buscar la mejor versión de cada uno de ellos es la faceta más complicada que se me presenta cada día, pero, sin duda, la más gratificante.
¿Qué retos tiene por delante en el sector un profesional como tú -joven y con una formación cualificada-?
Llevar a Grupo TAT al siguiente nivel es el único reto que ocupa mi mente.
¿Qué aspectos de la mediación son los que más te preocupan?
En primer lugar, el no saber valorarse emocional y económicamente. Desde mi punto de vista, gran parte de los problemas que, actualmente, tenemos son consecuencia de la falta de amor propio que tenemos.
En segundo lugar, hacer más atractivo este sector para profesionalizarlo más. Nos fijamos mucho en el daño que nos hace la competencia, pero no ponemos la atención en los problemas que nos generan colegas y distribuidores mediocres. Esta industria, para ser más atractiva, necesita players más profesionalizados.
Y, en tercer lugar, no ser capaces de corregir la mala fama a pesar de solucionar problemas reales en la vida de las personas y de las empresas. Íntimamente relacionado con el primer punto.
Preguntarte a ti por el asociacionismo es como preguntarte como por el sector asegurador, algo que conoces por experiencia propia ya que tu padre, Antonio Muñoz Olaya, está al frente de Cojebro desde 2013 y también ha sido Secretario y Vicepresidente 2º de Fecor. ¿Qué crees que aporta una organización profesional al corredor de seguros?
No considero que una organización profesional aporte simplemente por el hecho de ser una organización profesional. No me refiero sólo a este sector, ¿cuántas organizaciones profesionales existen cuya hoja de ruta no sólo es confusa sino también está mal planteada estratégicamente? Sí tengo claro aquello de que si quieres ir rápido camina solo y si quieres llegar lejos ve acompañado. Ahora bien, siempre que tu acompañante esté a la altura de las circunstancias, una estrategia sin castillos en el aire y una amplitud de miras apabullante.
¿Qué áreas de las que Cojebro ofrece son las que más te interesan: formación, relaciones humanas, tecnología…?
Sin duda, las relaciones humanas. Nacen amistades y se forjan relaciones profesionales que tienen un valor incalculable. No sólo los socios (que son grandes profesionales) sino también el equipo de Cojebro: desde la Junta Directiva hasta el propio equipo interno tienen en común la mentalidad de profesionalizar Cojebro y liderarla como una empresa mercantil (que no deja de serla). Ese, desde luego, es el valor diferencial que tiene Cojebro frente al resto de asociaciones.