Al mundo de la mediación se ha llegado habitualmente por dos caminos: tradición familiar o casualidad. Ambos podrían suponer a priori, que el paso por la mediación debería ser temporal. Sin embargo, la retención que tiene en el sector es altísima.
Los pocos que se atrevían a iniciar desde cero, como una actividad empresarial, eran como francotiradores en un erial de inquietud y estímulo tecnológico. El talento era innato a una vertiente de emprendedores habitualmente con un nivel de formación medio-bajo y, en la mayoría de los casos, bastante ajeno al que, en teoría, podría necesitar el sector.
Por otro lado, el mundo del seguro, tal vez por su propia naturaleza, ha sido muy conservador en sus formas; amigo de solucionar las cosas sin hacer ruido y poco dado a la osadía. En algunos momentos se ha comportado como ese recluta en el ejército cuyo objetivo es que nadie se fije en él, ni por ser el último, ni por ser el primero.
Esta pequeña introducción nos recuerda algo de nuestros orígenes inmediatos y ayuda a enmarcar el interesado debate sobre la aportación de talento al sector. En mi opinión ese pasado ni persiste ni es tendencia.
Nuestra profesión tiene una cantidad de talento muy superior a la de otras actividades similares. Tanto desde el punto de vista técnico, como operativo y, por supuesto, de liderazgo.
Otra cosa diferente es si el seguro es uno de los sectores favoritos para trabajar o si al joven que acaba sus estudios se le plantea la actividad aseguradora como una posibilidad real que compite entre los primeros puestos de su lista de posibles salidas profesionales.
Para atraer talento la primera condición es que el sector, la empresa o la actividad ofrezca una imagen sugestiva para el profesional. Pero previamente a ser atractivo, hay que ser conocido y ello exige un trabajo básico en dos direcciones: formativa y divulgativa.
Desde el punto de la formación, conseguir reglar unos estudios que al joven le permitan encaminarse hacia el sector o cuando menos acercarse, con la misma naturalidad que hacia otras opciones. Cuesta mucho, conseguir profesionales con cierta preparación de ahí que, más allá de los estudios universitarios, la FP Dual sea necesaria, imprescindible y urgente para el sector.
Es cierto que para las grandes compañías aparentemente la utilidad puede ser menor ya que, además de sus propios sistemas de captación cuentan con procesos formativos propios. Además, en muchos casos los perfiles que se buscan para determinadas funciones más operativas exigen una serie de habilidades y capacitaciones que, en mi opinión pueden derivar en evidentes sobre-cualificaciones para muchos puestos.
Sin embargo, es en la distribución -agencias y corredurías, donde probablemente se encuentren las mejores posibilidades de crecimiento, empleo y estabilidad laboral.
La FP Dual ya se ha convertido en una de las mejores puertas de entrada al sector asegurador, al menos allá donde se consolida como el caso de Cataluña, comunidad pionera de estos estudios.
Por otro, trabajar mucho la labor divulgativa, por ejemplo, en los últimos cursos de los colegios o en nuestras manifestaciones externas, para plantearla como una salida profesional dinámica, moderna muy tecnificada y con suficientes elementos atrayentes. Por eso, que la compañía Línea Directa haga una fuerte inversión publicitaria para presentar su modelo de negocio tratando despectivamente la actividad de corredores y agentes de seguros va justo en el sentido contrario a lo que había que hacer. Utilizar arquetipos visuales en los que el mediador se muestra a partir de un biotipo de hombre español, bajito, calvo y gris es la mejor manera de espantar del sector a un joven.
Atraer talento a las empresas no tiene fórmulas mágicas. Pasa por ofrecer salarios competitivos, apostar por la flexibilidad, proporcionar un plan de desarrollo profesional o crear un buen ambiente de trabajo, entre otros elementos. Yo estoy convencido, desde mi experiencia de más de treinta años, de que todas esas condiciones se dan hoy en los negocios de la mediación.