Hablamos con Isabel Gallego Iglesias, tercera generación de Gallego – Iglesias, que nos explica cómo fue su incorporación a la correduría: «fue algo natural, cuando tu familia tiene un negocio propio, a veces tienes que echar una mano para cubrir alguna baja por enfermedad, vacaciones…».
Su incorporación definitiva fue cuando en la universidad le ofrecieron realizar las prácticas de la carrera en una entidad financiera sin ningún tipo de retribución, en paralelo le ofrecieron la oportunidad de incorporarse a la correduría con un sueldo a final de mes. Y así fue como se incorporó a Gallego – Iglesias.
¿Qué crees que aporta el sector asegurador a la sociedad?
Es un sector que aporta mucho, porque el objetivo de un seguro es salvaguardar tu estabilidad económica en un momento difícil, pero la competencia que de las aseguradoras y las entidades financieras para cumplir objetivos nos hacen perder cercanía con el cliente. Hay que tener en cuenta que los contratos de seguros son complejos y no son fáciles de entender para aquellas personas que no estén familiarizados con ellos, así que tener a alguien en quien confiar que te ayude y te deje las cosas claras es fundamental.
¿Cómo describirías tu experiencia hasta ahora en la empresa y en tu rol actual?
Yo entré a trabajar como una empleada más, y en aquel momento todo el personal hacía un poquito de todo, así que eso me ha permitido conocer lo que conlleva este tipo de trabajo (para lo bueno y para lo malo). He realizado tareas de todo tipo: desde traer y llevar papeles, pasando por gestiones comerciales y de siniestros hasta llegar a mi puesto actual: el control de toda la administración de la correduría. A nivel personal y profesional, pienso que es donde más valor puedo aportar a Gallego – Iglesias. Justo antes de la pandemia llegó un momento de catarsis en el que tuvimos que replantearnos dónde queríamos llegar, y, con ello, nuestra forma de trabajar. En esos momentos tienes que ser sincero contigo mismo y pensar: ¿cómo lo puedo hacer mejor? ¿en qué soy bueno? ¿cómo puedo ser excelente? De ahí salió la creación de los departamentos, y ahí es donde me di cuenta de que en el departamento de administración puedo hacer muy bien muchas cosas.
En definitiva, mi experiencia en la empresa es y será muy buena, y eso no quiere decir que todo haya sido fácil. Siempre hay momentos duros, pero también muy buenos, y de todos ellos aprendes.
¿Qué dirías a alguien de tu generación que le puede aportar el sector asegurador?
El mundo del seguro no es sencillo si no estás familiarizado con él y, por tanto, lo primero que recomiendo es tener a un profesional de confianza que te pueda asesorar. Lo segundo que digo es que los seguros son una forma de protegerte.
En un mercado tan competitivo como el asegurador, ¿cómo os diferenciáis en Gallego – Iglesias?
Creo que nuestro gran valor es el capital humano. Cada una de las personas que componen nuestro equipo tiene una dedicación plena a atender a nuestros clientes y solucionar sus problemas. Conocen los productos, conocen a las compañías, saben cómo tratar con ellas y hasta dónde podemos llegar. Además, están en constante formación, siempre dispuestos a encontrar nuevas fórmulas para que su trabajo sea excelente y, por supuesto, siempre dispuestos a trabajar en equipo (cuidando unos de otros) creando sinergias para dar lo mejor de nosotros mismos, a nivel personal y profesional. Cuando tienes compañeros así, que cuidan lo que hacen, se traduce en profesionalidad, buen hacer y garantía de éxito. Si no, no llevaríamos más de 60 años en el sector.
¿Qué retos crees que tienen por delante las corredurías? ¿Cuáles son los principales cambios que están afrontando en los últimos años?
Nuestro principal reto es dar a conocer lo que hacemos y darnos valor. Una vez, una persona del sector bancario me dijo: “no os dais suficiente valor, si la gente supiera lo que hacéis no contratarían los seguros en los bancos”. Creo que no puedo añadir nada más, se me grabó en el alma.
En cuanto a los cambios que estamos afrontando, a nivel tecnológico se está produciendo no un cambio, si no una revolución, y tenemos que aprender a adaptarnos lo antes posible. Otro gran cambio que tenemos que asumir es la concentración de los negocios. Como consecuencia del cambio en las formas de trabajo, el avance tecnológico y atendiendo a lo que nos piden los clientes nos vemos obligados a seguir evolucionado, y en este momento esa evolución nos lleva eliminar todo aquello que actualmente no nos aporta ningún valor. Tenemos que hacer labor de introspección y pensar que la unión hace la fuerza.
Juntos hacemos camino.