El Consorcio de Compensación de Seguros es una entidad pública empresarial adscrita al Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, que realiza diversas funciones a favor del buen funcionamiento del sector asegurador español, del que es una de sus instituciones más características.
Su labor más conocida por los ciudadanos es el aseguramiento de los riesgos extraordinarios, pero debemos destacar otras funciones fundamentales que desempeña, como la que realiza en el seguro obligatorio del automóvil, en el seguro agrario combinado, en el aseguramiento de los riesgos de responsabilidad civil nuclear o en la responsabilidad medioambiental, así como en la cobertura de los accidentes personales producidos durante la extinción de incendios forestales.
Además, lleva a cabo otras funciones no aseguradoras igualmente relevantes, como ser el encargado de la liquidación y saneamiento de las entidades aseguradoras, prestando funciones de fondo de garantía para los asegurados, o la gestión de fondos por cuenta del Estado en actividades relacionadas con el crédito a la exportación o con las garantías de las empresas electrointensivas.
En definitiva, el Consorcio de Compensación de Seguros es una herramienta con múltiples funciones, que genera mucha atención fuera de nuestro país como ejemplo de cooperación público-privada.
En el terreno del seguro de riesgos extraordinarios, el papel de las aseguradoras en la emisión de las pólizas y en el cobro de los recargos a favor del Consorcio de Compensación de Seguros es esencial. Ello se complementa con la labor, también esencial, de la mediación, con sus detalladas explicaciones de las coberturas y su atención a los asegurados en los momentos cuando ocurre un siniestro, con la preparación de la documentación necesaria que facilite el cobro de las indemnizaciones lo antes posible.
En cuanto a su evolución reciente, después del año 2022 -año en el que la sequía causó daños múltiples al seguro agrario, principal motivo por el que no se produjeron grandes siniestralidades en el seguro de riesgos extraordinarios-, el año 2023 comenzó con un paso diferente, más parecido a la tónica habitual de los últimos años.
Borrascas de alto impacto tras meses de sequía con grandes daños en el sector agrario, inundaciones pluviales en Zaragoza, depresiones aisladas que produjeron precipitaciones muy intensas en el centro peninsular, tormentas dispersas por todo el territorio, etc., produjeron daños que estimamos en más de 307 millones de euros, procedentes de 46.000 tramitaciones.
En definitiva, una vez más el Consorcio de Compensación de Seguros está gestionando múltiples siniestralidades simultáneamente, en este contexto de mayor intensidad y, posiblemente, concentración espacial de los fenómenos atmosféricos adversos, que se suceden a lo largo de cualquier época del año.
El modelo del seguro de riesgos extraordinarios es perfectamente capaz de dar respuesta a estos acontecimientos adversos, pero es fundamental que los bienes y las personas estén asegurados, y que lo estén de forma adecuada. En la toma de decisiones sobre el aseguramiento, los mediadores y su asesoramiento son de extraordinaria importancia. También lo son para orientar a los asegurados afectados tras una siniestralidad y, en la medida de lo posible, para ayudarles a minimizar sus daños en futuras ocasiones.
Conocemos por los estudios del Observatorio de Catástrofes que el nivel de aseguramiento de los bienes en España en 2022 fue del 55% del total de los daños estimados. Este porcentaje ha aumentado de manera importante si lo comparamos con el que había hace algunas décadas, pero queda avanzar en la reducción de la brecha de aseguramiento, para que las economías particulares y las empresas estén protegidas, al menos en bienes como la vivienda, el automóvil, o las herramientas y los bienes de producción.
Cuando surgen acontecimientos naturales, como la erupción del volcán en la Isla de la Palma o las danas a las que nos hemos referido, vemos cómo se concreta la utilidad de disponer de un seguro completo y la importancia de un asesoramiento realizado por profesionales de la mediación.
Quiero terminar estas líneas agradeciendo a quienes, desde una u otra manera, colaboran para hacer las economías más resilientes ante los fenómenos de la naturaleza que causan daños catastróficos.